🐺🐺 Bienvenidos a la Historia de Roma 🐺🐺

 Tras la derrota de Cannae, Roma estaba en sus horas más bajas, muchos romanos estaban convencidos de que era el fin y debían rendirse a Aníbal.

 Sin embargo, fue en estos momentos tan duros cuando los romanos encontraron la estrategia correcta en la guerra: las tácticas fabianas.

 Los romanos fueron capaces de ampliar el número de frentes en la guerra, y Aníbal no podía estar en todos lados. Si bien donde el general púnico iba los romanos debían retirarse, en muchos lugares dentro y fuera de Italia, Roma fue cosechando victorias.

 En este capítulo veremos lo que sucedió en la ciudad de Capua, en la isla de Sicilia y en Macedonia, tres frentes que Aníbal no pudo supervisar por sí mismo.

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 Tras la victoria en Cannae, Aníbal habría tenido fácil atacar directamente a la desprotegida Roma. O tal vez no. En realidad, Aníbal no disponía de un ejército lo suficientemente disciplinado ni control suficiente del territorio como para osar atacar las murallas.

 En vez de eso, Aníbal dió tiempo a la ciudad eterna a recuperarse, mientras él recababa aliados por el sur de Italia y abría más frentes en la guerra.

 Pero los romanos, tras ponerse al día con sus dioses, habían aprendido de sus errores y estaban dispuestos a aplicar las tácticas fabianas para resistir al invasor. En realidad, cualquier tácia sería válida con tal de no rendirse.

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 Cannae, la mayor derrota de la historia de Roma. Pero las derrotas forjan el caracter y ninguna lo hizo tanto como Cannas.

 En este episodio veremos la obra maestra de Aníbal. Casi duplicado en número y frente al mayor ejército que Roma jamás había reunido, planificó una trampa mortal en la que los senadores Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón cayeron, resultando en una de las batallas más sangrientas de la historia y en un éxito que pudo dar la victoria a Cartago.

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 Literalmente, le ha costado un ojo de la cara, pero Aníbal ha logrado deshacerse de la mitad del ejército romano y nada se interpone entre él y Roma.

 Ante esta situación desesperada, en Roma toman la única decisión posible: nombrar dictador a Quinto Fabio Máximo Verrucoso, que será capaz de contener a Aníbal y le perseguirá a una prudente distancia, pero evitando una batalla decisiva.

 Aunque en el futuro estas tácticas acabarán llevando su nombre, en su momento, Roma no quería admitir tamaña cobardía, por lo que se nombraría a otro dictador para que se enfrentara a Aníbal, con la misma suerte que el resto de romanos que osaron enfrentarse al líder cartaginés.

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 Tras pasar el invierno, Aníbal busca avanzar hacia Roma, pero dos ejércitos consulares le impiden el paso. Cada uno en una ladera de los montes Apeninos.

 El único paso que no está guardado por los romanos son los pantanos del Arno. Es imposible que ningún ejército los cruce, pero Aníbal no conoce esta palabra y conseguirá cruzar a Etruria, aunque esta hazaña le costó, literalmente, un ojo de la cara.

 En este episodio seguiremos la vida de Cayo Flaminio, un popular cónsul que cayó inesperadamente en la emboscada que Aníbal le tenderá junto al lago Trasimeno.

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 Aníbal ha logrado su primera victoria frente al cónsul Escipión y ha hecho huir a los romanos, ganando aliados galos y más terreno en el norte de Italia. 

 Sin embargo, el otro cónsul romano, Tiberio Sempronio Longo, no va a dejar pasar la oportunidad de juntar ejércitos e intentar derrotar del todo a Aníbal a las orillas del río Trebia.

 Mientras tanto, el hermano de Escipión se enfrentará al hermano menos de Aníbal en Hispania, luchando por controlar toda la región entre el Ebro y los Pirineos.

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 Aníbal ha cruzado los Alpes y se encuentra ya en el valle del Po, asediando ciudades italianas.

 El cónsul romano no se esperaba esta proeza, pero precavido como ninguno, Publio Cornelio Escipión había retrocedido y se había hecho con el control de las tropas de la Galia Cisalpina para poder enfrentarse al general púnico.

 En este episodio veremos el primer enfrentamiento entre romanos y cartagineses. Apenas unas pequeñas fuerzas de reconocimiento a las orillas del río Tesino. Pero la caballería de Aníbal demostrará a los romanos por qué eran temidas en todo el mundo antiguo.

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 En el año 150 a.C., Polibio, un historiador griego, nos narró en primera persona el paso de Aníbal y sus elefantes por los Alpes.

 Revive aquí las aventuras de Aníbal, sufre sus penalidades y entiende mejor por qué se considera una proeza de tal calibre.

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 La Segunda Guerra Púnica ya ha sido declarada y ahora ambas potencias se preparan para encontrarse.

 En el año 218 a.C., desde Cartago Nova, Aníbal prepara a su ejército y pone rumbo al norte, y luego al este, con la esperanza de cruzar los Pirineos, la Galia y después los Alpes, llegando por sorpresa a Italia.

 Mientras tanto, los romanos, liderados por Publio Cornelio Escipión padre, parten desde Italia con la esperanza de detener a Aníbal, que los esquiva hábilmente. ¿Qué decisión tomará ahora Escipión? ¿Impedirá la llegada de Aníbal a Italia o intentará cortar sus suministros en Italia?

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 Aníbal ya ha conquistado todo lo que tiene que conquistar en Hispania. Todo menos la ciudad de Sagunto y las tierras al norte del río Iberus. El único problema es que Roma ha jurado proteger a sus aliados de Sagunto y tomar la ciudad puede provocar una segunda guerra púnica. 

 Pero Aníbal hizo un juramento a su padre, a Baal, dios de los púnicos y sobre todo, a sí mismo y no piensa dar descanso a Roma hasta el final de sus días. No dudará en atacar Sagunto, tomarla, y prepararse para cruzar el Ebro y llegar hasta el corazón de la misma Roma.

 Por supuesto, este ataque desencadenará un montón de consecuencias diplomáticas que terminarán con el princeps senatus, Quinto Fabio Máximo Verrucoso en la propia Cartago, declarando la que hoy conocemos como la Segunda Guerra Púnica.