Octubre 23: Enfermedad del alma.
Salmos 38:1-18 RVA2015:
Oh SEÑOR, no me reprendas en tu furor ni me castigues en tu ira. Porque tus flechas han penetrado en mí, y sobre mí ha descendido tu mano. No hay parte sana en mi cuerpo a causa de tu ira; no hay paz en mis huesos a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como carga pesada me agobian. Hieden y supuran mis heridas a causa de mi locura. Estoy encorvado y abatido en gran manera; ando enlutado todo el día. Porque mis espaldas están inflamadas, y no hay parte sana en mi cuerpo. Estoy debilitado y totalmente molido; gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
Oh Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi gemido no te es oculto. Mi corazón palpita fuertemente, y mi vigor me ha abandonado. Aun la luz de mis ojos ya no está conmigo. Mis amigos y compañeros se han apartado de mi plaga; mis parientes se han mantenido alejados. Los que buscaban mi vida armaron trampas, y los que procuraban mi mal profirieron amenazas. Maquinaban fraudes todo el día. Pero yo, como si fuera sordo, no escuchaba, y era como un mudo que no abre la boca. Actué como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay amonestación. Pues en ti, oh SEÑOR, he esperado; tú responderás, oh SEÑOR, Dios mío. Porque dije: “No sea que se alegren de mí y, cuando resbale mi pie, se enaltezcan sobre mí”. Porque yo estoy a punto de caer, y mi dolor está delante de mí continuamente. Por eso confesaré mi iniquidad; me acongojaré por mi pecado.
Este salmo es parecido al salmo 32. Te invito para que lo escuches o lo leas junto con éste, pues trata el mismo tema de la enfermedad causada por un asunto interno del alma, de una conciencia redargüida (condenada) por las faltas cometidas pero que todavía no han sido confesadas delante del Señor.
La diferencia de este salmo es que es más detallado en cuanto al dolor que el salmista estaba sintiendo. El salmista describe con más precisión el efecto negativo de aquel que sigue guardando en su corazón las maldades que cometió.
Es tan fuerte lo que produce la falta de confesión que el salmista lo describe como inflamaciones, heridas, dolores y cargas. No siente paz en su vida; se siente depresivo, desalentado y continuamente perturbado. Siente episodios de taquicardia, no puede dormir y su estado anímico está por los suelos. Su mirada ha perdido el brillo y no tiene motivos para vivir.
¡Estás descripciones son muy comunes en la actualidad! Muchos acuden al doctor para que los traten con medicina convencional, que les receten medicamentos para que les devuelva el sueño, la tranquilidad y que les mengue el dolor. Muchos esperan que el médico los libere de esa angustia tan grande que es como una carga tan pesada que siente que pronto los va a aplastar, y que con un cóctel de píldoras les va a producir inmediatamente el descanso que tanto buscan.
Soy testigo de personas que salen frustradas del consultorio médico diciendo que el doctor no le encuentra nada pero que ellos literalmente sienten ese dolor. Puedo entender la frustración de ellos, especialmente cuando el doctor le dice que no tienen nada, y que la solución es que saquen un tiempo para descansar y relajarse.
Aquí es donde muchos no entienden que el dolor que sienten en su cuerpo puede ser causado por una mala alimentación o un mal genético, otras dolencias son causadas por estos trastornos emocionales por eventos traumáticos, pero hay uno específico que está relacionado directamente con tu Creador. El Espíritu de Dios redarguye el corazón de la persona que está actuando mal, luego la persona decide ignorar al Señor y por eso la persona comienza a luchar con el remordimiento. Al principio la persona intenta justificar sus acciones pero es difícil evadir la culpa.
Esa lucha interna espiritual de convicciones y principios morales enferman al culpable.
En este caso, el salmista se veía tan vulnerable que tenía...