Vivir de la fe nos hace simples servidores que corrigen y perdonan con amor.

¿Pido en mi oración: ¡Señor, aumenta mi fe! o pido el milagro precisamente para no vivir de la pura fe? ¿Hago el ejercicio de la corrección fraterna en mi comunidad o me quedo callado justificándome que no soy quién para corregir a los demás? ¿Soy perseverante en la oración aún cuando la desesperación o la desilusión se hace presente en mi vida?

Colaboramos con la instauración del Reino de Cristo aquí y ahora, escuchando la Palabra y trabajando por los pobres.

¿Soy despreocupado de las necesidades de los hermanos?, ¿me siento “seguro” porque tengo bienes, o porque escucho la Palabra buscando servir a los hermanos? ¿Es la Vida Eterna un bien que quisiera conseguir?

La virtud de la pobreza y la generosidad nos hacen buenos administradores de los bienes para alcanzar la salvación.

¿Me preocupan tanto los bienes materiales, que no me ocupo de crecer en mi relación con Dios? ¿Confío en la Providencia Divina? ¿Es incompatible hacer un buen uso de los bienes materiales y vivir religiosamente?

El perdón del Señor nos hace criaturas nuevas.

¿Me dejo encontrar por el Señor que sale a buscarme? ¿Experimento la alegría de reconciliarme con Dios y con los hermanos? ¿Pido al Señor la gracia del dolor por mis pecados? ¿perdono como soy perdonado por Dios?

El Señor endereza nuestros caminos para salvarnos y esto, exigirá renuncia.

¿Soy capaz de grandes renuncias buscando el querer de Dios? ¿soy capaz de renunciar a las personas queridas sabiendo que eso es un bien para ellos? ¿o el miedo de quedarme solo hace que quiera poseer a los seres queridos?

El Señor nos invita a la humildad en el servicio generoso a los hermanos.

¿Reconozco que los dones recibidos vienen de Dios y soy agradecido? ¿Comparto el fruto de mis talentos con los hermanos? ¿soy capaz de ocupar el último sitio en el servicio a los demás?

La universalidad del llamado de Dios a la santidad y el crecimiento en la humildad como nuestra respuesta.

¿Acepto de buen grado las correcciones divinas? ¿Soy paciente en la adversidad? ¿Soy consciente que el Señor llama a todos a la salvación, aún a mis enemigos?

La Paz de cristo versus la paz del mundo.

¿Vivo la paz solo como ausencia de conflictos? ¿Soy artífice de la paz con el diálogo y asumiendo una actitud de humildad? ¿Me dejo interpelar por el Espíritu Santo que me muestra el pecado y busco corregirlo?

Reflexionemos hoy en cómo ser buenos administradores del tiempo para conocer más a Dios y servir a los hermanos.

¿Cuánto tiempo le dedico a la oración, a la formación en la fe? ¿Cómo está mi caridad? ¿Comienza por casa? ¿Soy capaz de dejar de lado mis urgencias para “perder el tiempo” ayudando a los hermanos que no conocen a Dios?

El Cielo es el Tesoro Escondido que debemos saber buscar ordenando los bienes de este mundo para encontrarlo.

¿Trabajo para llegar al cielo haciendo buenas obras? ¿Respeto la dignidad que tienen los bienes materiales o me dejo arrastrar por la moda y los consumo de manera desordenada? ¿Me entristece desproporcionadamente no tener ciertos bienes materiales o soy feliz con lo que tengo porque me permite vivir dignamente? ¿Pongo mis seguridades en los bienes de este mundo o en la Gracia de Dios?