En Hechos 6:1-7, la iglesia primitiva experimenta un crecimiento rápido que genera tensiones internas, especialmente en la distribución de alimentos entre las viudas. Para resolver el conflicto y mantener la unidad, los apóstoles delegan responsabilidades prácticas a siete hombres llenos del Espíritu y sabiduría. Esta sabia organización permite que los apóstoles se enfoquen en la oración y la enseñanza de la Palabra. Como resultado, la iglesia continúa creciendo, y “el número de los discípulos se multiplicaba grandemente”, incluso entre los sacerdotes judíos. Este pasaje muestra cómo, cuando la iglesia actúa con sabiduría, unidad y delegación guiada por el Espíritu, Dios mismo es quien multiplica su obra.