Vamos hacer un pequeño recuento de lo que ha sucedido hasta el momento. Los filisteos habían peleado contra los Israelitas y los habían derrotado, a pesar de que habían pedido que el arca llegara al lugar de la batalla desde Silo, el símbolo de la presencia de Jehová, a su campamento.
El Señor no estaba con ellos, por lo que fueron heridos con una gran matanza.
El mayor desastre fue cuando “el arca de Dios fue tomada”. Los filisteos la llevaron a Asdod y la colocaron en la casa de Dagón, su ídolo.
Un suceso malo tras otro, creo que todos nosotros hemos estado en esa situación donde simplemente vemos que nada sale bien.
Recordemos cómo Dios, celoso de su honor y gloria, obró allí entre los Filisteos con grandes maravillas, haciendo caer a Dagón e infligiendo castigo a cada ciudad adonde
llegó el arca.
Hasta que al fin los filisteos, cansados de sus pruebas, enviaron el arca de regreso al pueblo de Jehová.
Durante 20 años permaneció el arca en Quiriat-jearim, y durante todo ese tiempo Israel estuvo bajo la mano de los filisteos.
Pero había un enemigo peor que los filisteos que dominaba la tierra de los Israelitas.
Aunque el arca había regresado, el pueblo se había alejado de su Dios y había establecido el culto abominable de Baal y Astarot.
Hasta aquí el arca está en Quiriat-jearim, y luego de dejarla allí, no se oye una palabra más de ella sino hasta el (cap. 14:18), hasta que David la trajo de allí, unos 40 años después, 1 Cr. 13:6.