Los golpes en la puerta retumbaron en toda la casa.
Era una mañana de un domingo de enero de 2021, en Tibú, un municipio del departamento colombiano de Norte de Santander, cerca de la frontera con Venezuela.
“Escuchamos los golpes y yo miré a mi esposo”, contó Mar*. “Nosotros no esperábamos a nadie y nos extrañó que tocaran con tanta insistencia y fuerza”.
El esposo de Mar, Jaime*, abrió la puerta y se encontró con seis hombres vestidos de civil. Sin embargo, se percató de que todos tenían en sus manos armas largas. Los hombres se identificaron como miembros de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y preguntaron por Mar. Le exigieron que saliera, pues tenían un mensaje para ella.
“Yo estaba aterrada, pero miré a mi esposo y luego a mi hijo y pensé ‘No, yo tengo que salir, es peor si ellos entran a la fuerza’”, explicó Mar.
Al salir, se encontró con miradas hostiles. Uno de los hombres —el líder del grupo— dio un paso al frente y se dirigió a ella. La acusó de ser informante del Ejército y, además, le dijo que se presentaban en su casa porque tenían la orden de asesinarla.Las informantes de Tibú: cómo el Estado colombiano desató una ola de feminicidios | Escrito por Alicia Flórez y Lara Loaiza, y narrado por Lara Loaiza.Visiteinsightcrime.org para más información.