La felicidad no llega cuando cumplimos una meta, sino cuando disfrutamos el proceso.

Un corazón ordenado lleva a un espacio en orden.

Nuestra actitud limita la forma en que vemos la vida.

Ordenar nuestro corazón nos permite tener clara nuestra mirada y ver donde estamos centrando nuestros esfuerzos.

En ocasiones es necesario tocar fondo para ver la luz enmedio de las tinieblas y reconocer que necesitamos ser transformados.

Agradar a Dios no es ser perfectos sino es tener corazones dispuestos.

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Proceso es la situación vivida en la que es probada nuestra fe y moldeado nuestro carácter a fin de lograr el propósito establecido por Dios en nuestra vida.