Según Juan 8:8, después de eludir la trampa ética que habían tratado de tenderle con ese gesto, y tras el conocido “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, Jesús regresó a su escritura en el suelo. Ahora veo que lo importante no está tanto en qué podría haber escrito Jesús, sino en el propio gesto de sentarse a garabatear; no en la especulación sobre las palabras, sino en ese movimiento común, hasta prosaico, de dejar en el suelo una muestra perecedera de su paso por allí.