Jesucristo no solo es el Hijo de Dios sino es Dios Hijo, es decir, la segunda persona de la Trinidad, quien vino como hombre para tomar nuestros pecados y morir, para que nosotros fuéramos justificados por su gracia, pero no permaneció en una tumba sino resucitó y ahora está sentado a la diestra del Padre intercediendo por todos aquellos que en El creen.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.”
Hebreos 7: 26-27 (RVR 1960)