A su regreso después de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que estaban con él, salió a su encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, es decir, el valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; él era sacerdote del Dios Altísimo. Y lo bendijo, diciendo:

Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tu mano. Genesis 14:17-20

Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre. San juan 1:12

«Y he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron.» Mateo 28:9

¡Escuchá la siguiente meditación!

Dios es el Único que puede guardar y librar nuestra alma de los peligros espirituales y físicos.

Comúnmente, cuando alguien se vuelve amigo de Dios, es odiado, juzgado, envidiado o amenazado por quienes luego se convierten en sus enemigos.

¿Le hemos pedido a Dios que mire nuestros pecados, errores, o Le hemos pedido que mire nuestro trabajo de buscarLo, obedecerLo, confiar en Él y hacer nuestra parte?

Cuando nos enfocamos en nuestras emociones nos volvemos emotivos, y la tristeza y la angustia solo aumentan.

La peor soledad no es la ausencia de personas sino la Ausencia de la Presencia de Dios.