Hay un mundo a la vuelta de la esquina de tu mente, donde la realidad es un intruso y los sueños de hacen realidad… Puedes escaparte a él a voluntad. No necesitas contraseña secreta, varita mágica ni lámpara de Aladdino; sólo hace falta imaginación y curiosidad por las cosas que nunca existieron." Esta frase, que se reparte entre la contraportada del libro y la primera página, es un resumen perfecto de lo que nos podemos encontrar en la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron. Abrir ese libro es darse un paseo por La Atlántida, descubrir el Olimpo, lidiar con gnomos, fuegos fautos o trasgos, viajar a Avalon, encontrar la Fuente de la Eterna Juventud, comprar una alfombra voladora o las botas de siete leguas, creer en oráculos y augures, huir de los súcubos o intentar no caer en los cantos de las sirenas. Leer la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron significa aceptar la existencia de todas esas cosas. Todo lo que ahora entendemos como parte de nuestras vidas fue en otro tiempo una fantasía. Los legendarios seres del pasado se desplazaban en carros sin caballos, hablaban entre sí de un extremo al otro del mundo y curaban enfermedades con sus poderes mágicos. En la actualidad, tenemos aviones, radio, teléfonos, drogas milagrosas y submarinos. Nuestros antepasados hubieran considerado todas estas cosas como fantasía. Como nos dice su autor, Michael Page,un científico puede desechar la idea de que exista una conexión entre la ciencia y la imaginación, pero la fantasía siempre llega primero. Es el fruto de la imaginación y sin imaginación no existiría la ciencia. Todo invento es resultado de la imaginación.