En Turquía también llegó la Inquisición, siendo que los turcos son más que todo mahometanos; y por ahí, alguno de esos escritores inquisitoriales decía que “levantar las uñas de las brujas y brujos, y meterles clavos como para que sintieran gran dolor; que llevarlos a la torre del martirio o al pozo; que quemarles los pies, etc., que todo eso era parte de la Justicia Divina y humana”… Piensen ustedes en esa criminosidad, en ese sadismo tan espantoso de la Inquisición.
Por ahí acusaron a un pobre cura que tuvo el error de confesar que él había…, hacía unos 40 años que venía efectuando la cópula sexual con una mujer-demonio. El buen anciano ya tenía 90 años, y así, con todo y su edad, fue a parar con sus huesos a la hoguera.
Y otro monje por ahí, que alguien dijo que “venía siempre acompañado por un demonio-hembra invisible y que hacía años también copulaba con el mismo”, fue suficiente, con su declaración, para ser incinerado vivo en una de esas tremendas hogueras de la Inquisición.
Entre todas las actas de fe de la Inquisición, hay una en que se dice que “por ahí hubo un sujeto, en Alemania, andando por un prado, por un bosque, se encontró con un grupo de gentes que estaban en el Sabath. Cuando esas personas se sintieron descubiertas, obviamente se sumergieron completamente en la CUARTA VERTICAL y desaparecieron, pero dejaron en el terreno una copa en la que figuraban distintos nombres de personas de renombrada personalidad”…
Claro, no podía ser para menos, la copa fue dar a la Inquisición y las personas que figuraban en esa copa, ¡a la hoguera!…
Decían: “El Papa Silvestre, León Magno eran considerados brujos, etc., etc., etc.”, muchas cosas.
En todo caso, las hogueras de la Inquisición, en pleno furor, fueron terribles…
Samael Aun Weor