En la desembocadura del Bidasoa, la frontera acuática entre Fuenterrabía y Hendaya, se encuentra la Isla de los Faisanes. Un islote fluvial cuya soberanía es compartida amistosamente entre España y Francia desde el siglo XVII.

Uno de los productos españoles más apreciados en el mundo entero son los plátanos de Canarias. España es el único país de Europa que produce esta fruta tan saludable y deliciosa.

A comienzos del siglo XV se llevaron las primeras plataneras a las Islas Canarias, procedentes del sudeste asiático y en 1.526 la planta ya estaba aclimatada y asentada en las islas. Los marinos cargaban plátanos verdes en sus barcos para alimentarse en sus viajes a América.

En la época de Carlos I de España y V de Alemania, gran parte del Mediterráneo occidental era español. Cerdeña, Sicilia, Calabria, Apulia, Basilicata, Molise, Abruzzo, Campania, Nápoles y Malta eran españolas. Y la isla de Malta fue cedida a los Caballeros Templarios de San Juan, cuando fueron expulsados de Tierra Santa por Solimán el magnífico.

Y el alquiler anual por vivir en la Isla de Malta era un halcón.

Galgos, podencos, perros de agua, pachones, perdigueros, ratoneros, manetos, alanos, presas, dogos, pastores, ratoneros, bodegueros, majoreros, cans, villanos, mastines, lebreles... Y para los rastros no existe otro perro como el sabueso español.

Todos descendientes del lobo gris europeo.

En 1991, Nelson Mandela viajó a España y el gobierno de entonces, socialista, le ofreció una comida homenaje en el Alcázar de Toledo. Felipe González le contó la historia del edificio, pero se guardó para sí el último episodio del Alcázar en plena guerra civil, que fue destruido casi en su totalidad por el Frente Popular para acabar con la resistencia de los soldados nacionales. Mandela levantó su copa y dijo: por los “gloriosos defensores del Alcázar” obligando a todos los presentes a brindar por ellos, pensando que eran los protagonistas de una batalla medieval y no los soldados del general José Moscardó.

La alpargata ha dejado de ser ese zapato sin pretensiones que vestíamos en verano para convertirse en el zapato eco por excelencia gracias a su manufactura artesanal y de materiales naturales. Nueva York, Londres, Milán, Berlín, París... se han rendido a las alpargatas y lo hacen con etiqueta Made in Spain.

España es uno de los países con más folclore del mundo.

Alegrías, jotas, fandangos, zorzikos, seguidillas manchegas, bulerías, malagueñas, sardanas, tajaraste canario, muñeiras, guajiras, aurresku, boleros, chotis, sevillanas, pasodobles, tangos, pericote, soleas, el corri-corri... bailes que han traspasado fronteras para fundirse con otras culturas y ser bailes de ida y vuelta.

Muchas de las recetas de la cocina española son hijas de la necesidad.
 Nada como el hambre para apreciar cualquier plato.

El origen de la tortilla de patatas se remonta a 1798, en Villanueva de la Serena, Badajoz. Se improvisó un plato que calmaba el hambre con ingredientes sencillos y nutritivos; huevos, patatas y a veces cebollas.

La historia del queso es la historia del hombre. Llevamos comiendo queso desde hace unos 10.000 años.

Nuestra diversidad orográfica y climatológica, han condicionado el asentamiento y desarrollo de un gran número de razas de ganado de las especies bovina, caprina y ovina y nos ha convertido en uno de los países con mayor variedad de tipos de queso del mundo.

De las 2.000 variedades de queso que hay en todo el mundo, España cuenta con 150 clases de queso y más de 30 denominaciones de origen protegidas.

Durante la contienda europea, en el otoño de 1914, y siendo España neutral, el rey Alfonso XIII recibe una carta de una lavandera francesa cuyo marido ha desaparecido tras la batalla de Charlesroi. La francesa suplica al monarca que le ayude a localizar a su esposo. Ante tal aluvión de peticiones, Alfonso XIII funda la Oficina Pro Cautivos, financiada exclusivamente con dinero privado de la corona. La oficina, ubicada originalmente en un desván del palacio de Oriente ayudó a más de 200.000 soldados de ambos bandos.