"¡Mamá! ¡Papá! Tengo buenas noticias para ustedes".
Mi hermana Elisa entró corriendo a la sala de estar. Me preparé para recibir la nueva, brillante idea con la que iba a deslumbrarnos esta vez.
Nuestros padres levantaron la vista de inmediato, centrando toda su atención en ella.
"He estado ahorrando mucho de mis trabajos de fin de semana. Ahora quiero comenzar mi propio negocio en línea vendiendo joyas. Ustedes me han inspirado ya que su tienda es tan exitosa”.
Abrió su computadora portátil y nos mostró su nuevo sitio web.
"¿Ven? Todo está listo, ahora todo lo que necesito es agregar los artículos que pondré en venta".
Mis padres intercambiaron una mirada que estaba tan acostumbrada a ver. Era una mirada de orgullo y alegría, solo que nunca era dirigida a mi. Entonces papá se volteó para mirarme.
"¿No vas a felicitar a tu hermana?"
"Lo que sea" revolee los ojos.
"¡Si vas a tener esa actitud, cete a tu habitación!"
Me levanté para irme pero Elisa bloqueó mi camino.
"Está bien, papá. No seas tan duro con Cata. Ella se pondrá a mi nivel algún día. De hecho, logró obtener una C en su última prueba de matemáticas, eso es mucho mejor que la D que obtuvo en el examen anterior. ¿No es genial?"
Lentamente aplaudió en mi cara y se rió. ¡Fue humillante! Me abalancé sobre ella, la tiré al suelo y comencé a tirarle del pelo.
"¡Cata, me estás lastimando!"
Mamá me agarró y me apartó de Elisa.
"¡Aléjate de Elisa, niña loca!"
Me puse de pie y corrí a mi habitación. No debería haber dejado que me afectara tanto, ahora mis padres tenían otra razón para odiarme.
Y si, ese no fue un evento extraordinario: era sólo otro sábado normal en mi casa.
Nuestros padres me comparaban constantemente con Elisa, quien, según mamá, era la hija perfecta y talentosa.
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