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By La Hora de la Libertad
The podcast currently has 11 episodes available.
Celebramos hoy el día del trabajador y extendemos nuestras felicitaciones a todas las personas, hombres y mujeres, que todos los días hacen lo mejor para sí y sus familias llevando el pan a sus hogares.
Pero esta fecha merece un verdadero homenaje entendido como una idea y propuesta concreta que beneficie en los hechos a todos sin excepción. Para ello resulta imprescindible que se lleve a cabo lo siguiente:
REDUCIR LA CARGA OBRERO PATRONAL, BAJAR TODOS LOS IMPUESTOS Y TERMINAR CON EL MAL GASTO DEL OPROBIOSO ESTADO PARA CREAR MÁS EMPLEOS Y MEJORES SALARIOS.
Esta propuesta es directa y posible. Es tan posible que sus beneficios harán que todos los habitantes de nuestro país tendrán de ese modo una oportunidad que nunca han tenido debido al imperante modelo mercantilista estatista que tenemos.
Este modelo mercantilista estatista es mantenido y protegido por los políticos y burócratas porque a ellos les conviene que la gente trabajadora y honesta siga dependiendo de las migajas que del Estado provienen.
Este modelo desde luego es de la más absoluta categoría anti económica y en especial resulta una deleznable inmoralidad.
Tenemos que terminar con el modelo actual mercantilista y estatista con la propuesta que aquí expresamos - como otras- porque es una de las maneras de deshacernos de las cadenas que oprimen hasta la asfixia a los individuos y empresas.
Es de mencionarse sin titubeos alguno que la economía de libre mercado bajo el imperio de la ley de la libertad fue el que logró disminuir los abusos del mercantilismo y del feudalismo de antaño, causando luego la Revolución Industrial que transformó por primera vez en la historia la forma de producción, elevando la productividad, mediante el ahorro, la inversión y el uso de tecnologías mediante el capitalismo liberal.
En el día de trabajador la respuesta es más mercado en el orden de la supremacía constitucional de la libertad y menos, mucho menos Estado que con su respectivo gobierno lo único que hace es tener en sus garras a la gente laboriosa de nuestro país.
La agenda globalista del “nuevo” mundo socialista
La conclusión del recientemente Foro Económico mundial realizado en Davos, consiste en llevar a cabo lo que han denominado como el "nuevo" capitalismo, expresión que se presta al engaño porque nada tiene desde luego de capitalismo, al menos si se la entiende como el respeto a la persona, la libre competencia, la propiedad y la ley por encima del capricho de algunos.
Según se dijo en este Foro, el capitalismo liberal está agotado y requiere de un "reseteo", algo así como empezar de nuevo, un reinicio. Y ocurre que el coronavirus fue y sigue siendo la escusa perfecta porque como lograron encerrar a la gente en todas partes del planeta, ahora dicen que la Agenda 2030 de la ONU debe adelantarse porque – según ellos- la gente ya está preparada. La pregunta es ¿preparada para qué?
Pues para avanzar contra la vida, la libertad y la propiedad e imponer la agenda globalista para dar lugar a lo que también denominan como el nuevo mundo, una versión en realidad renovada pero del viejo socialismo.
Más que nunca los que creemos en la libertad como un faro de la civilización, debemos estar alertas y preparados para hacer frente a esta malsana intención. Nuestra permanente lucha por los derechos individuales es una contienda que no tendrá fin al menos ni siquiera a largo plazo. La soberbia de los que desean dirigir nuestras vidas, inmiscuirse en lo que hacemos y hasta decimos, se ha constituido en una forma de pensamiento y de práctica.
Estos nuevos fascistas a los que en su momento ya me dirigí a ellos en otra nota anterior aquí publicada, creen que debemos aceptar lo que ellos previamente deciden por nuestro bien y de la sociedad. Si ellos dicen que es mejor para todos que un gobierno puede sacarnos más dinero con deudas e impuestos, pues lo tenemos que aceptar.
Si ellos dicen que es mejor para todos que un gobierno – cualquiera sea- otorgue la venia para matar a otro ser humano en el vientre materno y que igualmente se encargarán de una mejor educación para así moldear la mente de la niñez, pues también – dicen y creen- tenemos que aceptar.
Si ellos dicen que la nueva normalidad por el coronavirus consiste en dejarles que ellos decidan lo que nosotros podemos hacer para que el Estado siga imponiendo regulaciones, monopolios, nuevos tributos y una infernal burocracia, todo porque ellos dicen que es lo que nos conviene, es una prueba irrefutable de que estamos ante una idea fascista, autoritaria hasta los tuétanos.
Para colmo, si ellos dicen que para que sus planes les salga como ellos desean, también tenemos que dejar de lado nuestro derecho a la libre opinión y expresión pues también tenemos que aceptarlo.
NO. NUNCA, nunca nos rendiremos. Nosotros los que estamos convencidos de los valores de la libertad debemos enfrentar este reino del mal que se levanta contra nosotros, expresión ésta última que también lo expliqué en otro momento. El “nuevo” mundo no es nuevo ni bueno. Es tan viejo como el odio, la violencia y el uso de la fuerza por el cual algunos quieren hacernos creer. El camino es otro. Es la defensa intransigente de nuestra vida, libertad y propiedad.
LA DIVINIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA DESTRUYE LA LIBERTAD
Estamos en una situación muy peculiar en los momentos en que vivimos. Se ha llegado al punto de la divinización de la democracia, una forma de endiosamiento que considera que el hecho de elegir a los gobernantes es la única condición para lograr una mejor sociedad.
Este endiosamiento sin embargo no es más que un grave error fatal proveniente de un conjunto de ideas cimentadas en el colectivismo donde lo social, lo colectivo, reemplaza al individuo.
Este reemplazo de lo individual en cuestiones que hacen a nuestra libertad por el cual tenemos el derecho de elegir según nuestro parecer sin dañar a otros, tiene graves consecuencias pues sacándole de su matriz natural al ser humano para convertirlo en parte de una masa, quedamos indefensos de nuestro derecho más precioso e inalienable.
El individuo convertido en masa de ese modo queda debilitado porque prefiere en poco tiempo que sean otros los que decidan por él, en todos los temas que le incumben, desde sus ideas, su familia, educación y de ahí en más a lo que hace el Estado mediante el gobierno de turno, cualquiera sea.
Esto implica que en nombre de la democracia el gobierno debe ser dirigido finamente por los que se creen investidos del voto popular y que de ahí en más, pues lo que se debe dar rienda suelta y sin crítica alguna es a dar licencia a una mayoría circunstancial cuyo único propósito es sobrevalorar sus intereses (del grupo en el poder) incrementando sus privilegios.
De manera que estamos ante este grave peligro. La democracia endiosada es el peor de los peligros expuestos contra nuestra libertad porque ellos se consideran hacedores, dueños y con la suficiente legitimidad (por los votos obtenidos) de hacer y deshacerse de aquellos a los que se les enfrenten, a costa y con cargo a denigrar y terminar con nuestra libertad.
LOS TIEMPOS TEMPESTUOSOS REQUIEREN DE UNA LINEA DE PENSAMIENTO DIFERENTE A LA QUE HAY
No hay amenaza más peligrosa para la civilización que el culto del Estado y de gobiernos de incompetentes, de escasas luces, ineficientes y corruptos, los que consideran que los derechos de su prójimo pueden ser violados a su antojo y capricho.
En las democracias constitucionales las diferencias de ideas es fundamental para preservar la sociedad libre. Toda democracia que no su establezca bajo ese auspicio se debilita al punto que luego y muy pronto aparecen el oprobioso régimen del autoritarismo.
Hay un grupo de personas que movidas por ideas claramente autoritarias y hasta totalitarias pretenden hacer caer la fortaleza de la libertad que, al igual que antes, hoy es asediada por sus enemigos: son los nuevos fascistas.
Estos nuevos fascistas no solo quieren un régimen social regido por sus preceptos, por lo que creen es correcto y lo imponen sin interesarles lo que otros piensan y desean. Les encanta el autoritarismo así como también se deleitan en el totalitarismo. Los fascistas están dispuestos incluso a ponernos la soga en el cuello.
Para nosotros los liberales, hoy llamados libertarios porque aquella palabra ha sido tomada por la izquierda en muchas lugares, la libertad es innegociable, un derecho natural inmanente. Pero a estos nuevos fascistas no les interesa, ni la respetan.
Estos nuevos fascistas mimetizadas con el socialismo y el comunismo de hecho han ingresado a nuestra fortaleza, la de la libertad, y están haciendo estragos.
Nos quieren hacer creer que la democracia es un valor absoluto al cual debemos inclinarnos para darles a ellos. ¡Están equivocados!
Para que sepan, para nosotros lo importante no es la democracia de las mayorías, sino la democracia constitucional basada en el imperio de la ley que garantiza la vida, la libertad y la propiedad.
Aquellos que se creen ajenos a esta batalla contra estos nuevos fascistas están tomando una postura muy cómoda de la que luego se arrepentirán y les podrá ser tarde. Para los nuevos fascistas, y tomen nota de esto, la democracia perfecta es aquella que no tiene oposición porque saben que si cae la libertad sobreviene la servidumbre a la que ellos quieren imponernos.
La filosofía de la libertad que asigna al individuo la supremacía moral de su naturaleza ha sido la más fecunda y extraordinaria idea llevada a la práctica.
Sus filósofos y pensadores sabían que la simiente moral que respeta y dignifica al ser humano sin importar su origen, se constituiría en su puesta en práctica en la mejor y más eficiente manera de crear mejores oportunidades para la gente.
Cuando surgió un mejor ambiente de libertad, competencia e imperio de la ley por medio de aquella filosofía de la libertad que venía enfrentándose al autoritarismo de entonces, apareció como nunca antes en la historia una era de prosperidad en los países que lo aplicaron.
El hombre y la mujer común de la calle se percataron de sus extraordinarias fuerzas internas. Ese hombre y mujer común de la calle ya no estaba dispuesto a aceptar las órdenes de los mandamases de turno.
Esto sucedió porque cuando la cooperación se hace sin coerción sino con libertad, la división del trabajo logra aumentar la producción y la productividad, todo lo cual hace que más bienes y servicios se encuentran dispuestos para todos.
La opresión y la injusticia por parte de algunos que antes ostentaban el poder ya no podían ser aceptados por las nuevas masas de gente que iban mejorando sus condiciones de vida, haciendo que sus descendencias tengan oportunidades nunca antes vistas.
Pero la filosofía de la libertad reconocida como el liberalismo universal y que tanto bien había hecho en favor del pueblo empezó pronto a ser atacado. Esos ataques provinieron de parte de los precursores del socialismo, como Marx, Engels y otros, mediante una línea de pensamiento diferente consistente en desacreditar al individuo como responsable de sus actos en libertad.
La seducción del socialismo fue tal que encontró en las doctrinas autoritarias como el fascismo y el comunismo su mejor modo de implementación.
Es por eso que cuando vemos que el colectivismo en general avanza para destruir la vida, la libertad y la propiedad, la gente muchas veces olvida que el problema frente al cual nos encontramos está en un conflicto ideológico. Liberalismo o colectivismo (socialismo, comunismo, fascismo, estatismo).
Se inicia el año 2021 y nuestro país se enfrenta a un duro reto que decidirá su futuro. Con un endeudamiento del 33 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) con un déficit fiscal del 7 por ciento y con un exacerbado populismo proveniente de todos los sectores que debilitan la propiedad privada así como la formación del ahorro interno y las inversiones que, está probado que no son suficientes para salir de este embrollo.
O persiste la actual idea del mercantilismo estatista de raíz socialista o se inician los cambios impulsados de una u otra manera desde la filosofía de la libertad, el liberalismo como la única alternativa para las transformaciones del progreso.
Como una gran cuestión está si los dirigentes que tenemos tienen alguna idea del liberalismo inmerso en la filosofía de la libertad. Los hechos dicen que no. Definitivamente, los políticos, burócratas, técnicos y analistas en general consideran que el Estado es el dispensador de los cambios.
Sin embargo, los hechos demuestran que el supuesto de un Estado con gobiernos cada vez más intervencionistas que conlleva al denigrante estatismo al solo efecto de enriquecer a unos pocos en detrimento del pueblo - el mismo vigente desde siglos- y que todavía se enseñorea en estas tierras no ha hecho más que impedir que el Paraguay amplíe sus horizontes hacia el imperio de la ley y la economía de mercado, fundamentos éstos dos últimos para el mejoramiento continuo de las condiciones de vida de la gente.
La más grande transformación en la historia de la humanidad sucedió en el siglo XVIII cuando una filosofía denominada de la libertad emergió triunfante en ciertas sociedades, cuyos habitantes fueron dándose cuenta que a más libertad y propiedad privada, seguridad y orden se incrementaban las condiciones de vida de la gente.
La filosofía de la libertad puesta en marcha en términos prácticos fue conocida como liberalismo, expresión que fuera debidamente expresada por el gran pensador y filósofo español, José Ortega y Gasset, en su memorable libro "La Rebelión de las masas".
El citado escritor afirma: "El liberalismo, conviene hoy recordar esto, es la suprema generosidad: es el derecho que la mayoría otorga a las minorías y es, por tanto, el más noble grito que ha sonado en el planeta".
Tan acertadas palabras en el presente siglo XXI requieren de su debida apreciación y sobre todo de su valorización. Es la preminencia absoluta de ciertos derechos conocidos como individuales porque respeta a la persona en sí misma, siendo los mismos aquellos antiguos pero vigentes derechos a la vida, la libertad y la propiedad, como en efecto el gran John Locke nos recordaba en su también extraordinaria obra "Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil".
No obstante, y si bien la política ha sido la preocupación permanente de los pensadores de libertad, la misma no se detiene como en un compartimiento estanco. Al contrario, para la filosofía de la libertad, siendo el individuo el actor principal en la sociedad requiere de la cooperación libre para que intercambiando sus voluntades hagan posible la producción, la venta y compras de bienes y servicios.
Esto que se viene a llamar mercado y que requiere como bien lo dice Von Mises, el más grande economista de todos los tiempos, en su Tratado "La Acción Humana" así como Adam Smith en su señera obra "La Riqueza de las Naciones" de que las miles y millones de personas que actúan buscando su propio beneficio al final también terminan beneficiando a sus prójimos de una manera que nada ni nadie es capaz de lograr esos cambios para bien sin LIBERTAD Y PROPIEDAD PRIVADA.
De manera que si hay una ley de hierro en el pensamiento liberal esa es la libertad individual de la que surgen los principios de la cooperación, la producción, la productividad, la eficiencia y la eficacia en la que todos finalmente salen airosos.
Este proceso que en apariencia puede resultar desordenada y hasta inentendible para muchos, en realidad es perfectamente comprendida y llevada a cabo por la gente que colabora entre sí, situación que ocurre usualmente con las personas comunes y corrientes que lo único que desean en mejorar sus condiciones de vida sin dañar a otros.
Es por este motivo que los verdaderos adversarios del capitalismo liberal no procede del pueblo, sino que procede de los seudo intelectuales, los burócratas, los políticos, es decir, de los autoritarios de ayer y de hoy que desean dirigir la vida de los demás porque en el fondo detestan que los demás se vuelvan independientes a sus designios.
Hoy el nuevo feudalismo que se apodera de la propiedad y del esfuerzo de la gente mediante impuestos, endeudamientos, inflación, déficits, controles de precios y otras medidas se están convirtiendo en la nueva monarquía, una monarquía tan detestable, corrupta y hambreadora como la que el mundo conoció antes del advenimiento del liberalismo.
La verdadera estrategia actual de la izquierda que se esconde bajo su velo al neo comunismo está en erosionar la esperanza de los que defendemos los principios morales, políticos y económicos de la libertad y de ese modo ir dividiéndonos para finalmente quedarnos quietos, pasivos y así luego llevarnos como ovejas al matadero.
Desde la puesta en marcha del liberalismo republicano en el mundo los resultados de esta línea de pensamiento han sido sorprendentes como también de gran beneficio para la gente.
Como nunca antes en la historia de la humanidad, el liberalismo republicano no solo logró un portentoso avance en materia económica y social, sino también en la cultura, la educación y desde luego en la política.
En este último terreno, la política, el liberalismo republicano consiguió el gobierno del pueblo así como la limitación del poder mediante el constitucionalismo. Todo esto fue algo inédito consiguiendo que las masas de personas antes empobrecidas y sin esperanzas pudieran avanzar hacia nuevas oportunidades de bienestar como nunca antes se dio en la historia.
Sin embargo, pese a sus grandes beneficios, el liberalismo republicano que venció al autoritarismo, a las deleznables autocracias y monarquías y concitó aquellos avances antes citados, hoy día se enfrenta a un enemigo poderoso.
En efecto, la embestida colectivista no cesa en sus intentos de doblegar y violar la vida, la libertad y la propiedad. Esa perversa visión colectivista pretende destruir a la familia, las tradiciones y costumbres, crear un nuevo modelo ecologista, elevar todavía más los impuestos y los endeudamientos para de ese modo crear el mundo que ellos dicen es lo que a nosotros nos conviene.
De ninguna manera estamos y estaremos de acuerdo con esa visión colectivista. Nos tenemos que oponer en todos los lugares en donde nuestros talentos y capacidades nos permitan colaborar.
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