Cristina ha vivido lo que pocos podrían resistir. Cada menstruación era una sentencia de peligro, hasta el punto de preparar a su propia hija para su muerte. Nadie entendía qué le pasaba. Muchos pensaron que era algo mental, otros que exageraba. Pero la realidad era devastadora: su cuerpo reaccionaba como si estuviera alérgico a la vida misma.

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