Después de dos victorias difíciles contra Roma (victorias "pírricas"), Pirro recibe la oferta de intervenir en Sicilia en favor de Siracusa y contra Cartago, otra potencia emergente. La perspectiva de conquista era muy buena paraser ignorada, por lo que Pirro acepta y cruza el Estrecho de Mesina. Pirro había subestimado a los cartagineses, y al poco tiempo tiene que volver de Sicilia con las manos vacías. No pasa mucho tiempo hasta que tiene que enfrentarse a los romanos en Malevento, lo que termina forzando su salida de la Península Itálica, dejando a los romanos y a los cartagineses expandiéndose en direcciones contrapuestas. Pirro vuelve a Epiro después de seis años de combates, pero no se desanima, y decide seguir intentando expandir su reino. Sin darse cuenta, deja el terreno preparado para un conflicto que va a durar generaciones.