Il tutto è particolarmente riuscito ed armonioso e fa pensare naturalmente tanto al grande architetto scozzese Charles Rennie Macintosh quanto a Frank Llyod Wright. Ma senza mai una citazione diretta, ma solo un profumo, un profumo delicato di malto.
(Antonino Saggio)
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Hotel destruìdo – Hotel redescubierto del Arquitecto
Giorgio Romoli.
Todo el mundo sabe que la sede del diseño en Italia es Milán. Y no creo que sea necesario recordar los nombres de una tradición que comienza con la figura de Gio Ponti y el más joven, y decididamente más racionalista, Franco Albini en los años treinta del siglo XX y continúa con vigor durante toda la posguerra, con su cúspide en los años sesenta y setenta con figuras como Ettore Sottsass, Tobia Scarpa, Achille y Piergiacomo Castiglioni, Joe Colombo.
Esta es la razòn por la cual la expresión de uno de los grandes maestros y críticos de la arquitectura italiana que estoy por informarles, resulta de especial interés.
Bruno Zevi, siempre andaba con una pequeña cantidad de dardos en el bolsillo derecho. Al improviso sacaba uno y lo usaba para golpear al adversario de turno, sea un flojo arquitecto académico, un estudiante pomposo pero ignorante o un colega burocrático. Pero estos dardos también servìan para hacer centros memorables, para captar la esencia de los problemas. (Espero que no tomen lo que digo al pie de la letra, en cualquier caso si ustedes hubiesen sido golpeados por uno de estos dardos, aunque virtuales, les aseguro que lo recordarìan). Entonces una vez que visitò la obra de la que queremos hablar hoy, Zevi dijo la gran frase:
"¡Pero el diseño existe tambièn en Roma!”
La obra que despertó el entusiasmo de Bruno Zevi fue la renovación de un hotel muy céntrico, cerca a la Plaza Fontana de Trevi, el Hotel delle Nazioni. Un hotel precioso como pueden ver y del que hoy les presentamos las fotos por muchas razones. En primer lugar, para dar vida a los nuevos diseñadores de hoy, porque hay mucho que aprender de esta obra. Y luego, porque una revista sirve para recordar y quizás un poco para vengarse. De hecho, esta obra fue brutalmente destruìda. Su arquitecto se llama Giorgio Romoli. Fue durante treinta años o más profesor en la Facultad de Arquitectura de la Sapienza y en los noventa, Docente de nuestra Facultad de Maputo en Mozambique. Y su amor por los lugares lejanos lo ha llevado al Perú (sí, la tierra de origen de Paul Gauguin) donde es muy activo como proyectista, crítico y docente.
Si les va, escríbanle a: [email protected]. Es desde ese país lejano que me envía un correo electrónico, sobre esta obra suya destrozada. Pensé que ExiBart era la mejor revista para darlo a (re) conocer. “Revisé esas fotos con cierta nostalgia -me escribió- y al mismo tiempo pensé en el hecho de que, salvo las personas que lo frecuentaban, muchas de las cuales eran extranjeras, los jóvenes no sabrán nada al respecto. "
Se trata de una remodelación de un hotel existente para actualizarlo a una nueva categoría y luego renovarlo por completo.
Siempre es crucial en un hotel, la planta baja, que debe ser amplia, acogedora, elegante y lo más abierta posible. Pero al mismo tiempo confluyen en la planta baja las tuberìas de los baños. Es un conflicto que todo diseñador debe afrontar. Normalmente las tuberìas vienen desviadas dentro el falso techo, cuidando en mantener la inclinación necesaria y la cercanìa a las columnas. El hotel fue construido a finales del siglo XIX -se llamaba Hotel Oriente- tenía columnas de muros muy gruesos. Romoli resuelve el dato funcional con un falso techo de madera organizado sobre una malla 'escocesa'. Se trata de un ritmo proporcional particular (diseñadores de hoy, tòmenlo en cuenta!). Una vez establecidas las dos primeras medidas, la tercera es la suma de las dos anteriores, la cuarta la suma de la segunda y la tercera y así sucesivamente.
Una vez establecidas las X e Y de los elementos en forma de caja, procedemos a dar las medidas de las alturas, la Z, evaluando las situaciones espaciales: pequeñas medidas en el centro de las habitaciones, más largas a medida que nos acercamos a las columnas, “largos casi hasta el suelo, como si fueran estalactitas, para cubrir los pilares y las diversas tuberìas". Esta magia de proporciones, determina la particular armonía de los ambientes y al mismo tiempo resuelve los datos funcionales.
La textura escocesa también permite atornillar al techo los elementos de iluminación y los otros elementos de madera que hacen vibrar el espacio. El conjunto se basa en dos colores, rojo y negro, mientras que el suelo de moqueta, con varios desplazamientos de un escalón va alternativamente con los colores beige y marrón.
El conjunto es particularmente exitoso asì como armonioso y naturalmente hace pensar tanto al grande arquitecto escocés Charles Rennie Macintosh cuanto a Frank Lloyd Wright. Pero sin citar directamente, sino solo un perfume, un delicado aroma a malta.
(Antonino Saggio)