PPK fue un presidente fallido, alguien con poco capital político, con poca capacidad de operación y con una enorme debilidad: sin un partido fuerte que lo respalde. En su contra tuvo una oposición con un punto de agenda importante, destruirlo.
Cayó por su propia culpa, por su incapacidad de darse cuenta que el presidente no solo debe serlo, debe parecerlo.
Ahora Vizcarra debe cargar con el muerto y rectificar el rumbo.
Todo eso, hoy, en Libelistas