Hay árboles que simplemente no prosperan, no importa lo que hagas, igual se mueren, les eches agua, les pongas abono, los muevas, etc. no prosperan. Pero hay otra clase de árboles que nunca se mueren. Los cortas y los cortas, y siguen creciendo. Lo tiras hacia abajo y en pocos días aparece un pequeño brote. Hagas lo que hagas, el tronco sigue decidido a ser árbol. ¿Sabes cuál es la diferencia? La diferencia está en las raíces, los troncos tienen vida y por ende crecen nuevos brotes y es debido a los nutrientes almacenados en las raíces.