Que nadie se sienta ofendido pero los seres humanos somos un poco gilipollas. Lo mejor es aceptarlo, como yo estoy aceptando mientras escribo estas líneas que tengo la espalda como un carabinero a la plancha porque esta mañana he pensado, como un gilipollas, “si tampoco pega tanto el sol en esta piscina a las 4 tarde en medio de Toledo”.

La gilipollez nos acompaña desde el nacimiento. La mejor prueba de ello es que hace un momento he vislumbrado en el pañal de mi hija pequeña una pegatina en relieve de un emoji que se tragó ayer en un descuido, la gilipollas. Y ni siquiera ha tenido la decencia humorística de que sea el emoji de la caca con ojos. Y, si gilipollesco es ver apetitoso al icono de la flamenca, no menos gilipollescas son las tontunas que nos llevan a la tumba en algunas ocasiones y de las que daremos buena cuenta en este podcast. (Spoiler Alert: En esta casa somos muy de los Darwin Awards)

¿Y por qué este alarde de costumbrismo y de contarnos tu vida, que a nadie le importa? Pues para introduciros lentamente en el contenido de este podcast que, como viene siendo habitual cada vez que grabamos en veranito, nos lo hemos preparado lo justo y el 80% lo dedicamos a hablar de nuestras tontunas como si fuesen interesantes (el otro 20% son las canciones, aviso).

El título del podcast es una triste excusa para pasarnos más de una hora y media flipando con la gente y desbarrando contando historias cogidas por los pelos porque teníamos que elegir. O gastábamos toda nuestra capacidad organizativa en grabar por la tarde para que Laura no se quedase dormida, o nos preparábamos el programa. ¿Y sabéis qué? Laura está contando cosas locas hasta el último minuto. No sé si hemos elegido bien.

Muertes absurdas, planes que salen fatal, lechugas de compañía y muchas más pruebas de que es un milagro que la humanidad haya llegado hasta hoy a sólo un clic de distancia. No vas a ser tan tonto como para no darle, ¿verdad?

Que ustedes lo disfruten.

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