Share Los duelistas
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Cheve se presenta en casa de Ventura a altas horas de la noche con un bocadillo comprado en el Viena y le insta a sacar unas cervezas de la nevera, conectar el micrófono y grabar un nuevo episodio de Los duelistas. El resultado, algo largo, lo pueden escuchar tras darle al play en su plataforma de podcasting habitual.
A pesar de las reticencias de Ventura, Cheve le convence para grabar un nuevo episodio de Los duelistas. Se inicia así, de manera improvisada y auspiciada por los -según Cheve- fans de este podcast, la segunda temporada de Los duelistas. Solo en este lugar y con este par al micrófono se puede tener una conversación sobre las vacaciones de John Terry, los libros de Andrea Camilleri y un Citroën C3 sin que decaiga el interés.
Si sois de los que piensan que segundas partes nunca fueron buenas es porque no conocéis a Los duelistas.
En esta ocasión, nuestros archiamigos Ventura y Cheve se reencuentran tras dos meses y medio en barbecho, enfrascados como están en sus mierdas de la vida adulta. Ventura sorprende a Cheve con una tortilla merecedora de premio y, entre bostezos y retales audiovisuales que van desde El Renacido hasta el ínclito Seinfeld, divagan sobre solsticios, la sexta ola y Mark Wahlberg.
Los duelistas se acercan hasta Montserrat. Cheve alberga la esperanza de vislumbrar algún hecho paranormal. Ventura, sin embargo, se muestra escéptico cual Dana Scully, pero dejándose llevar por la mística de la montaña, confiesa algunos sucesos pasados. Cheve nos explica algunas cosas tan interesantes como inesperadas. La magia de la montaña monopoliza la conversación, un tanto sombría, más propia de Cuarto milenio que de Los duelistas.
Los duelistas visitan Lavineria, una vinoteca de Manresa, por la insistencia de Cheve. Ante el gran surtido de vinos que tienen a su disposición se deciden por un Welschriesling de 28€ la botella que a Ventura le duele en el alma pagar. Seducidos inmediatamente por su sabor y textura se ponen al día y charlan animosamente sobre nuevos retos profesionales, Pessoa y las ganas de Cheve por darlo todo una vez más.
Los duelistas, obligados por las circunstancias y como viene siendo habitual, se ven las caras en la apacible Gironella. En el parque se está jugando un partido, Cheve acaba de hornear un pan y nuestro dueto aprovecha para repasar la semana. Recuperan anécdotas pasadas, analizan el influjo de las miradas y se ponen al día de lecturas hasta que un órdago de niños les rodean y dan por terminado el capítulo.
Los duelistas vuelven a reunirse en Gironella. Para esta vez Cheve ha preparado una paella, aunque cree que no ha acertado con el vino. En la sobremesa Ventura confiesa estar alicaído, lo que no les impide comentar el porqué beben alcohol, cómo Cheve prepara su paella y hasta repasan los últimos libros que han leído.
Los duelistas cambian de escenario y recuperan lo que para ellos ha sido una constante desde que se conocen. Cheve aprovecha la ocasión y ha preparado un interesante juego que Ventura resuelve como puede. El gluten vuelve a sus andadas, M. Night Shyamalan no sale bien parado y Cheve hace una extraña confesión que le llena de alegría. La irreverencia del tándem no decae.
Los duelistas se van de turismo a la basílica de la Seu de Manresa. Mientras pasean por el templo, el gluten, el minimalismo y hasta Geri di Lapo copan la conversación. Siempre desde la perspectiva ácida que caracteriza a este dueto.
The podcast currently has 14 episodes available.