En esta octagésima sexta emulsión: la dorada costa oeste vio nacer una amistad sagrada, labrada en palabras violentas y ritmos arabescos.

En esta octagésima quinta emulsión: dos creaciones, dos laberintos decadentes, una ciudad y un escritor andante

En esta octagésima cuarta emulsión: caminar, correr, manejar, dormir, observar, oler, sentir, y, escribir; la simpatía y aventura de una obra literaria inevitable.

En esta octagésima tercera emulsión: las primeras visiones, una autoconsciencia del don poético, cambiando la página la decadencia errante de una tierra, un americano vagabundo y desnudo.

En esta octagésima segunda emulsión: las musas bailan en nuestro escritorio, la fuerza vengativa de la amistad nos abre paso ante la locura, la muerte y el gran Moloch.

En esta octagésima primera emulsión: las máquinas muestran su carne orgánica, nosotros imitamos su gesto, un devenir de ambas creaturas, de ambas existencias creadoras.

En esta octagésima emulsión: nos detenemos a mirar qué hay en nuestro tenedor, qué se sirve en este manjar disoluto de palabras soberanas, un hilo de mónadas respecto los eternos beatniks comienza aquí.

En esta septuagésima novena emulsión: ¿una celebración común de la música popular o de la pasmosa entropía espectacular? ya lo veremos.

En esta septuagésima octava emulsión: las desérticas fronteras de nuestro encuentro italiano se hacen presentes, además de un tributo hacia la recién fallecida Monica Vitti.

En esta septuagésima sexta emulsión: de entre la dramaturgia de una película desgarrada por la tragedia italiana se asoma un bello rostro.

Mamma Roma 1960.