Vivimos en una época donde la innovación y la disrupción se presentan como el único camino al éxito.
Nos dicen que debemos ser únicos, crear productos revolucionarios y diferenciarnos de la competencia a toda costa.
Nos seducen con la teoría de los océanos azules, la promesa de mercados sin competencia.
Mientras tanto, otros negocios quedan atrapados en un océano rojo, bajando precios hasta asfixiarse.
Pero aquí está la paradoja: en un mundo donde todos buscan ser diferentes, podrías terminar haciendo exactamente lo mismo que los demás.
Después de años trabajando con emprendedores y dueños de negocios, he aprendido algo fundamental:
Innovar puede ser atractivo, pero ser útil es imprescindible.
De nada sirve un producto disruptivo si no resuelve un problema real.
Si no funciona, si no aporta valor concreto, la disrupción y la innovación es un gasto innecesario de tiempo y dinero.
Por eso, la prioridad número uno de cualquier negocio debe ser la utilidad: ofrecer algo que realmente ayude a tu cliente, que resuelva su necesidad o problema.
¿Por qué las personas regresan una y otra vez a las mismas marcas?
Porque saben exactamente qué esperar.
Cuando eres predecible, generas confianza.
Un cliente satisfecho regresa, recomienda y sigue comprando porque encuentra seguridad en la consistencia de lo que ofreces.
Eso no significa que no puedas mejorar.
Pero cada mejora debe reforzar la utilidad y la predecibilidad de tu negocio.
Recuerda: toda mejora implica un cambio, pero no todo cambio es una mejora.
De eso hemos hablado en este episodio. Escúchalo hasta el final.