Cuando pensamos en situaciones extremas a las que un ser humano es sometido, podemos pensar en depresiones, en estados de ánimo indeseados, en reacciones violentas y atípicas y en decisiones tan radicales como el suicidio.
Todos tenemos personas cercanas que a lo mejor no hemos entendido bien y quizás las juzgamos por sus actuaciones exteriores, sin profundizar en sus motivaciones o en sus detonantes, que pueden ser cosas muy sencillas pero que disparan emociones y las desbordan. No hay mucho que ellos puedan hacer porque no está totalmente en su control sino que son frutos de desbalances químicos, y a veces hasta de situaciones de carencias o de alteraciones de sus circunstancias que resultaron inmanejables.
Todo esto lo tomo muy en serio y me preocupo de leer al respecto y de observar mi entorno. No sabemos cómo podemos ayudar a un amigo, un familiar y hasta un desconocido, solo con la palabra adecuada en el momento adecuado.
Hoy en esta conversación me sorprendió la revelación que me hizo Luis sobre esa emoción desbordada que le llevó a pensar en el suicidio. Tembló mi corazón. Saber que alguien que veo frecuentemente y con el que interactúo, había pasado por esa experiencia, me sacudió el piso. Por él y por todos los que en algún momento han pasado por esta experiencia, imploro la Misericordia de Dios para que nunca más esto se repita en sus vidas y la sepan cuidar hasta el final.
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