El Apsotol Pablo y el predicador de Eclesiastés enseñaron sobre este ingrediente: “Muchos compiten en una carrera pero solo uno recibe el premio” (1 Cor. 9:24); y “Vale más terminar algo que empezarlo” (Ecl. 7:8). Lo podemos ver en las aves del cielo cuando completan la compleja y delicada tarea de formar su nido. Lo importante no es empezar una tarea, misión, emprendimiento o propósito; el valor y la recompensa están al terminarlo. Para ello, la constancia es el ingrediente clave. Con la ayuda del Espíritu Santo venceremos al doble ánimo.