Hay sueños que parecen inalcanzables, demasiado grandes para nuestras manos, demasiado lejanos para el presente que habitamos. Pero a veces, la vida nos regala apenas un pedacito… y ese fragmento, aunque pequeño, basta para recordarnos que estamos en el camino correcto.
En este episodio de Mi voz desnuda y viva, te invito a detenerte y mirar esos avances que quizá pasas por alto: el inicio de un proyecto, una palabra que te sostuvo, un instante en el que elegiste escucharte a ti misma. Porque cada paso, cada pedacito, guarda en silencio la grandeza del sueño completo.
Es una conversación íntima, dirigida a todas las mujeres que cargan con dudas, miedos y cansancio, pero también con la certeza de que lo que sueñan sí merece existir. Aquí hablamos de tropiezos, de victorias invisibles y de la belleza de celebrar lo que ya floreció, aunque sea solo una parte.
Este episodio es un recordatorio de que no necesitamos tenerlo todo para sentirnos vivas; basta con reconocer y agradecer aquello que ya empezó a tomar forma. Un pedacito de un gran sueño también es un sueño cumplido.