El impresionante castillo de la localidad cordobesa de Almodóvar del Río, que domina toda la planicie desde su colina, alberga numerosas historias y leyendas, y quizás tan solo quizás, la más famosa sea la de la Encantá, su fantasma.
Nos tenemos que situar en el siglo XI, cuando los almorávides asolaban tierras cordobesas, incluida la capital. Ante la situación, el príncipe Fath-Al-Mamun, decidió enviar a su esposa Zaida, al castillo de Almodóvar, con el fin de asegurar su protección.
Pero Córdoba no pudo ser salvada, y cayó ante el empuje del ejército almorávide, falleciendo en la batalla el príncipe.
Zaira pasaba las noches asomada a las murallas del Castillo mirando hacia el horizonte con la esperanza de ver regresar a su esposo. Pero una de ellas tuvo un mal presentimiento. La obscuridad devolvió la imagen de la muerte de su marido caído en el combate. Esto le hizo entrar en una profunda depresión que aumentó cuando la noticia llegó hasta Almodóvar.
La joven se refugió en sus aposentos, dejando de comer, de beber, manteniéndose encerrada todo el día sin querer recibir ayuda de nadie, tan sólo recibía a sus sirvientas una vez al día.
Por la noche se asomaba desde las ventanas de la habitación mirando hacia el horizonte llorando amargamente.
Finalmente, un día cuando entraron en su cuarto sus sirvientas, la encontraron muerta caída bajo uno de los escalones del ventanal.
Desde entonces, el castillo ha pasado por muchas vicisitudes y hechos históricos. Pero es precisamente cuando a principios del siglo XX, y al iniciarse unas obras de reconstrucción y mejora de la fortaleza, cuando comenzaron a pasar sucesos extraños.
Se habló de la presencia de una dama vestida de blanco que recorría los pasillos entre lamentos, gritos y sollozos por la noche, y que con la Luna llena era visible asomada en una de sus almenas.
De hecho, los obreros se negaron a trabajar cuando el sol comenzaba a caer. De ello hay testimonios recogidos en diferentes publicaciones de la época.
Popularmente se extendió la idea de que allí habitaba un fantasma, y que éste era, nada más y menos, que el de Zaida, que seguía sufriendo la pena de la muerte de su esposo. A esta aparición se le puso en la comarca el nombre de LA ENCANTÁ.
Felipe Alonso