Pero sube a la cima del monte Pisga y mira la tierra en todas las direcciones. Mírala bien, pero no cruzarás el río Jordán. 

»Finalmente el Señor me dijo: “Ya han estado vagando lo suficiente por esta zona montañosa; ahora diríjanse al norte. 

Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo el pueblo de Israel cuando se encontraba en el desierto, al oriente del río Jordán. Ellos acampaban en el valle del Jordán,[a] cerca de Suf, entre Parán de un lado y Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab del otro.

Luego los jefes de los clanes de Galaad—descendientes de Maquir, hijo de Manasés, hijo de José—se presentaron ante Moisés y los líderes de las familias de Israel con una petición.

«Ordena a los israelitas que, de las propiedades que recibieron, entreguen a los levitas algunas ciudades donde vivir, junto con los pastizales que las rodean.

Entonces Moisés les dijo a los israelitas: «Este territorio es la patria que se repartirá por sorteo sagrado entre ustedes. El Señor ordenó que la tierra sea repartida entre las nueve tribus y media restantes. 

Esta es la ruta que los israelitas siguieron cuando salieron de Egipto bajo el liderazgo de Moisés y Aarón.

 El Señor conquistó todo este territorio para la comunidad de Israel y es ideal para todos nuestros animales. Si contamos con su favor, permítannos ocupar esta tierra como nuestra propiedad en lugar de darnos tierra al otro lado del río Jordán.

Así que Moisés le dijo al pueblo: «Escojan a algunos hombres y ármenlos para pelear la guerra de venganza del Señor contra Madián.

Un hombre que hace un voto al Señor o una promesa bajo juramento jamás deberá faltar a su palabra. Tiene que cumplir exactamente con lo que dijo que haría.