El Día del Señor vendrá y con él los juicios de la gran tribulación, a través del cual Dios mostrará que es Santo y Justo. Su advenimiento es una promesa de Dios, y, aunque para el mundo ha pasado mucho tiempo ya, el Señor juzgará al fin a los impíos. La iglesia no sufrirá los juicios del Día del Señor, pero le exhorta a vivir para la gloria de Él.