La Palabra de Dios del próximo domingo nos lleva a meditar en estas virtudes mirándolas en Jesucristo. Él no solo fue humilde, sino que sufrió humillación y a través de esa humillación nos rescató de la esclavitud del pecado.
“Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (San Mateo 11, 25-30).