Enfrentamos muchos desacuerdos que no son doctrinales, y está bien resolverlos con concesiones. A menudo es la mejor opción.

Cuando caminamos fuera de la voluntad de Dios, debemos agradecer su disciplina, la cual, Dios ha diseñado para restaurar nuestra relación con Él.

Jesús fue el primero que declaró que nacer de nuevo, espiritualmente, era una necesidad absoluta para entrar en el reino de Dios.

Cuando las personas nos decepcionan o parecen carecer de fortaleza, en última instancia, nuestrá única esperanza está en nuestro Padre celestial.

Al estudiar o meditar en la Ley de Dios, asistimos a la escuela de la justicia. Aprendemos lo que le complace a Dios y lo que le ofende.

Cuando tenemos un poco de experiencia acumulada, nos gusta pensar que estamos listos para hacer algo excepcional.

Como creyentes nuestro foco debe ser brillar como luminarias de Dios en el mundo.

Necesitamos desarrollar una relación personal y de corazón con Dios, no simplemente una expresión externa de nuestras creencias.

El nacimiento milagroso de Jesucristo nos dice mucho de su naturaleza.

La navidad se trata del amor de Dios por el mundo. Se trata del regalo de Dios para nosotros.