Todos, en algún momento, enfrentamos tormentas: temporadas difíciles, pruebas inesperadas, pérdidas que duelen, situaciones que sacuden nuestra fe y nos hacen preguntarnos si realmente saldremos adelante. Las tormentas llegan sin avisar; cambian nuestros planes, alteran nuestra paz y amenazan con hundirnos en el temor o la desesperación.
Pero así como en la naturaleza ninguna tormenta dura para siempre, en la vida espiritual tampoco. Las tormentas pasan, y detrás de cada una de ellas Dios tiene un propósito, una enseñanza y una promesa. Porque mientras el enemigo usa la tormenta para destruirte, Dios la utiliza para fortalecerte.
A través de este mensaje, el pastor Luis Bravo nos recuerda que cuando el cielo vuelve a abrirse, cuando la lluvia termina y la calma regresa, descubrimos algo poderoso: Dios estuvo con nosotros todo el tiempo.