Dios, en su amor y providencia, se presenta como el cuidador incondicional de sus hijos, nunca abandonándolos y supliendo todas sus necesidades. Como un divino pastor, brinda descanso a los fatigados y desea que depositen en Él sus esperanzas. Conoce nuestras cargas y anhela que no las llevemos solos. Solo nos pide fe en su poder para proveer. Confiemos en Su promesa de cuidado y abramos nuestros corazones a la paz que solo Él puede ofrecer.