Ser madre o padre no es controlar, es acompañar.
No es imponer un camino, sino caminar al lado, con amor, firmeza y presencia.
Cuando dictas, tu hijo obedece por miedo.
Cuando guías, tu hijo aprende a elegir con conciencia.
La diferencia está en el tono, en la mirada, en el espacio que das para que tu hijo también tenga voz.
Educar no es formar copias, es formar seres libres, seguros y capaces de pensar por sí mismos.
¿Qué quieren recordar de ti cuando crezcan?
¿La voz que les gritaba órdenes o la presencia que los sostenía mientras aprendían?