David sueña con edificar un Templo a Dios en Jerusalén, pero Dios no se lo permitió. En cambio, le prometió una dinastía permanente, y un descendiente suyo que reinaría en su trono para siempre.

El apóstol Pablo escribió esta Carta a los Gálatas para enseñar que la ley no tiene ningún valor en la salvación, la cual es por la fe, sin obras.

¿A dónde ir cuando nos sentimos inseguros, en un mundo incapaz de darnos seguridad absoluta?

Ya convertido en rey de todo Israel, David conquistó la ciudad de Jerusalén y se propuso traer el Arca del Testimonio a la ciudad que nombró capital de su reino. Su proyecto era de suma importancia política, sin olvidar el profundo significado religioso para un hombre de la estatura espiritual de David.

El apóstol Pablo termina su primera Epístola a los Corintios con algunos consejos respecto a las ofrendas y una salutación final.

La muerte de Saúl suponía el paso libre a David para llegar al Trono de Israel, pero aún tuvo que esperar un poco más. La casa de Saúl se aferraría al poder provocando una larga guerra. Pero David siguió las instrucciones de Dios.

El hecho del nacimiento de Cristo, es decir, la encarnación del Hijo de Dios entre los hombres, es real. La Biblia la registra para que sepamos cómo Dios cumplió todas las profecías respecto a un Mesías / Salvador prometido para la salvación de los pecadores.

Sólo Dios es glorioso, majestuoso. Él posee una gloria y majestad intrínseca que le pertenece por ser Dios. Nada de lo que el hombre hace puede aumentar ni disminuir su gloria. Pero se nos manda a vivir "para la gloria de Dios". ¿Qué significa eso?

Pablo define el contenido del Evangelio y difine la resurrección de Cristo como verdad fundamental de la Fe cristiana, ante la negación de esta doctrina por parte de los creyentes de la iglesia en Corinto.

Una familia de Belén sale de su tierra para establecerse en Moab, huyendo de la gran hambre que azotó a Israel en tiempos de los jueces. Pero Dios estaba cumpliendo su propósito.