Actualmente vivimos en el climax de las emociones y de lo desechable. Lo que nos ha hecho pensar que todo puede ser tirado a la basura porque ocupa espacio, porque hay que desprenderse de lo material, pero ¿y nuestras raíces? Nuestras fotos de niños, las fotos de nuestros abuelos, la música, sus ropas, muebles, sus historias... ¿todo se esfumará en la tecnología si no lo rescatamos?