Más allá de ideologías y lejos de la política, me adentro en los zapatos de refugiadxs e inmigrantes, aún siendo consciente de que mi color de piel lo hace, de alguna manera, imposible. Me dirijo a unos y a otros, sin dirigirme a nadie, desde el lado más empático de mi corazón, pidiendo derechos para todos y dejando entrever, entre mis versos, palabras de piedad para quien solo merece respeto.