Cuando me metí en el mundo espiritual no fue por ganas o interés, por buscar algún tipo de despertar o elevar mi consciencia. No fue por diversión o moda. Cuando me metí en el mundo espiritual fue porque ya no podía más. Necesitaba cambiar mi forma de vida, mi perspectiva.
Entonces emprendí la búsqueda del camino espiritual o el camino espiritual me buscó a mí, para sacarme del pozo, para darle un giro a mi comprensión de la vida.
En cuanto empecé a meterme me di cuenta de que era un mundo algo confuso, muchas voces, objetos, altares y cuarzos de miles de colores. Era algo apabullante y aparentemente accesible para pocos.
Automáticamente pensé …
¿Qué necesidad tenemos de complejizar todo, no?
La espiritualidad no es compleja, es simple.
Es tan simple que nos asusta.