Los arquitectos afliados a la corriente “mexicanista”
buscaban otras fuentes de inspiración, y en su intento por
integrar una cultura nacional; volvieron a las tradiciones
formales. Henríquez (1963, p. 75), explica que su carácter no
se debe a la introducción arbitraria de formas tradicionales
mexicanas, sino a un proceso de síntesis profunda de los
principios de la arquitectura moderna con los del pasado.