A partir de las heridas emocionales sufridas en la infancia se conforma una parte de nuestra personalidad. Así, las personas que ha experimentado fuertemente el rechazo suelen infravalorarse, temen errar y buscan la perfección a toda costa con el fin de ser queridas y obtener el reconocimiento de los demás. Por ello, son muy sensibles a sus comentarios. Tanto es así, que su valor no dependerá de ellas mismas, sino de lo que opinen los demás.