Nació en un clan sacerdotal y recibió un llamamiento al ministerio profético siendo apenas un joven. A pesar de su Juventud Jeremías era humilde y estaba ansioso de servir a Dios. También avisó el castigo que impondría Yahvé al pueblo judío y sus gobernantes por la corrupción y la violencia imperante. Pero Jeremías no les temía, tenía clara que su labor era transmitir la palabra de Dios y ese compromiso lo cumplió férreamente y con un gran afán e ímpetu, a pesar de las consecuencias negativas que ello le pudiese acarrear. Como sabía de todas estas cuestiones es que pedía al pueblo y a los reyes la conversión, no lo consiguió y hasta terminó encarcelado, pero todo lo que dijo se cumplió y por caso es que cobraría relevancia toda su obra oportunamente.