La radio ha vuelto. Bueno, quizá no. No, porque nunca se ha ido. Siempre ha estado ahí, lo que pasa es que no nos hemos dado cuenta hasta que nos ha salvado la vida.
¿Creéis que estoy exagerando? Haced memoria. ¿Qué pasó el día negro del apagón? ¿Cuál fue nuestra tabla de salvación informativa? ¡¡¡Exacto!!! LA RADIO.
Soy Lorenzo, #elAlmirante de #LaYslaDeLosMacníficos, y en mi #Report del mes de mayo de 2025 para #YslaMac haremos un viaje a la radio. ¿Qué es? ¿Cómo funciona? ¿Por qué? ¿Qué significa en nuestras vidas? ¿Qué es eso de las ondas? Un medio de comunicación que "han matado" en numerosas ocasiones, y hoy día está más vivo y más fuerte que nunca. Especialmente en determinados ámbitos donde no llegan otros, y la radio es un inseparable compañero de viaje, de compañía, de sueños, de historias...
La radio de Marconi
Para entender el alma que siguió brillando en medio de esa oscuridad, hay que viajar en el tiempo. Imaginemos un mundo sin pantallas, sin redes, sin cables ni satélites. Corría la década de 1890 cuando un joven italiano, Guglielmo Marconi, obsesionado con las ondas invisibles del éter, logró lo impensado: enviar mensajes a través del aire, sin hilos que los guiaran. La primera emisión de radio en vivo llegaría en 1906, de la mano de Reginald Fessenden, quien no solo habló, sino que hizo sonar música y un pasaje de la Biblia.
En 1901, esas señales cruzaron el Atlántico como un susurro valiente y temerario. Así comenzó una revolución callada, una que cambiaría para siempre la forma en que los seres humanos se comunican.
La radio, en sus albores, fue una herramienta de guerra. Pero en los años veinte, como si una gran orquesta celestial se afinara, comenzaron a escucharse voces en los hogares. Nacieron las primeras emisoras comerciales, y con ellas, un nuevo lenguaje de compañía, información y consuelo.
¿Y cómo opera esta magia? Mi voz, esta que ahora imaginas, es apenas una vibración del aire. Al hablar, esas ondas hacen temblar la membrana de un micrófono, que las traduce en señales eléctricas. Estas, amplificadas, son lanzadas al cielo por una antena. En su viaje, atraviesan montañas, mares y ciudades, hasta ser captadas por otra antena lejana, que las devuelve a la vida a través de un altavoz. El resultado: una voz que vence la distancia y el tiempo para llegar hasta ti.
Existen dos grandes formas de modular esta vibración: AM, que sacrifica fidelidad por alcance, y FM, que privilegia la pureza del sonido a costa de su lejanía. En nuestros días, la radio ha mutado: se ha hecho digital, se aloja en internet, se esconde en aplicaciones que caben en el bolsillo. Pero, irónicamente, cuando la electricidad desaparece, son esas radios modernas las primeras en enmudecer.
Entonces vuelve ella, la radio analógica, humilde y tenaz. El viejo transistor a pilas que parece dormir en un cajón y, sin embargo, resucita para reconectarnos con el mundo. En su corazón, nada ha cambiado: sigue siendo la voz que viaja por el aire. Porque la radio no solo entretiene; une.
Tal vez ahora mismo la escuches sin prestarle mucha atención, mientras cocinas, conduces o simplemente piensas. Pero detrás de esa voz, hay una historia poderosa. Una historia que late con cada frecuencia, que susurra y grita, que informa, educa, entretiene… y salva.
La radio no ha dicho su última palabra.
Y si te detienes a escucharla con el corazón, te sorprenderá lo que todavía tiene que decirte.
Es todo. Feliz escucha, y os rogaría me remitáis vuestra opinión: ¿creéis en la radio? Estoy deseando recibirla.