"Mis padres eran uruguayos y vinieron al país en 1974, escapando de la dictadura. Yo nací aquí y cuando se da el golpe a ellos y a mí nos secuestran. Se desconoce qué les pasó, se sospecha que fueron llevados de nuevo a Uruguay en un vuelo clandestino. A mi me llevó del centro de detención clandestino un agente de inteligencia (Miguel Ángel Furci) y me crió junto a su esposa, durante años viví una infancia normal. Cuando se recuperó la democracia, comenzaron las campañas de Abuelas de Plaza de Mayo para buscar a los nietos y nietas de desaparecidos. Unos años después, en la adolescencia, un amigo de la familia me dice que esos papás que yo conocía no eran los míos. Yo tenía mucho cariño por ellos. En el marco de una causa judicial, ordenaron que se me hiciera un análisis de sangre y todo cambió. Me hicieron un nuevo documento y me preguntaba ¿Qué hago yo con todo esto?"