Cuando aceptamos el regalo que Cristo nos dio a través de la cruz y la resurrección, nuestra transformación comienza, para ser semejantes al Padre.

Cuando Pablo hablaba, permitía al espíritu santo demostrar el poder de Dios a través de sus palabras, para que la gente pusiera su fe en Dios, y no en él.

La escritura no es una flor que se contempla a través de una experiencia única. Entendiendo la visión de un jardinero, se necesita disfrutar de todo el entorno que florece, no solamente una flor.

Vivimos tiempos en los que la gente necesita a Jesús, y la única manera en que pueden verlo es a través de sus seguidores.

Ser llamados hijos de Dios es ser parte de Su familia. Es tener dos cumpleaños, justo como Nicodemo cuando descubrió había vuelto a nacer.

El concepto de paz del mundo consiste en hacer cosas pacíficas, pero Jesús tenía claro que la paz era mucho más que eso, es personal y espiritual al mismo tiempo.

"Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado", Efesios 1:18.

Piensa en la obra de Dios en nuestra vida. Él sigue trabajando en nosotros, moldeando, cortando, y puede haber momentos de ir al fuego.

Podemos pensar en los actos de amor como amabilidad o cariño, pero un verdadero acto de amor está en ofrecer gracia a alguien que no se lo merece.

Sólo permitiendo que Cristo entre en nuestro corazón, permitiendo que el Espíritu Santo limpie el corazón con un golpe de gracia, y permitiéndole guiar nuestra vida diariamente podemos ser perfectos.