Que hermoso es saber que hemos sido formados, con manos tan llenas de Amor como nuestro Padre, que nos ha moldeado con diseño y Propósito.

Cuando obedecemos la Palabra de Dios y la ponemos por obra en nuestra vida, somos ese grato aroma que se esparce a donde quiera que vamos.

Debemos identificar que es lo que hasta ahora me ha detenido para avanzar, debemos alargar nuestras cuerdas y ensanchar nuestras estacas. esforzarnos por lograr aquello que nos hemos propuesto, sabiendo que mientras estemos buscando la presencia de Dios, siempre estará con nosotros para avanzar cada día.

cuando nuestras fuerzas naturales no nos permiten avanzar, siempre está la ayuda del Espíritu Santo que nos levanta, nos anima, nos vigoriza. en ÉL ENCONTRAMOS LA FUERZA QUE NECESITAMOS.

La Palabra de Dios nos conduce a saber dónde poner nuestra confianza, dichoso aquel que confía en DIOS, en ÉL, encontramos refugio y pronto auxilio. apresuremos nuestro corazón a rendirlo ante su presencia.

Guardemos nuestro corazón de todo aquello que nos daña, pidamos a Dios, que nos limpie y arranque de raíz lo que nos estorba para avanzar en nuestra vida espiritual.

Cuánta virtud hay en aquello que hablamos con sabiduría, muchas veces nos es difícil refrenar nuestra lengua. solo con la ayuda del Espíritu Santo podremos hablar lo que conviene.

Si dejamos que nuestro corazón sea pastoreado por nuestro Dios, entonces nos convertiremos en Manantiales de aguas.

Podemos escuchar cada mañana la voz de nuestro Padre, dando dirección a nuestra vida, en ese destino y propósito que ÉL ya sopló en nosotros.

EL Desierto nos puede parecer un lugar inhóspito, en dónde no tenemos salida. Pero nuestro Dios nos atrae al desierto, para hablarnos al Corazón, y darnos una puerta de Esperanza.