En anteriores audios he dado fundadas razones de que el control mental (el control de las conciencias), el culto a la personalidad y la opacidad institucional (y financiera) constituyen los pilares de todo movimiento sectario sin que para tal calificación sea óbice que la estructura de turno figure incardinada en el seno de la Iglesia Católica. El caso de los Legionarios de Cristo y de su fundador Marcial Maciel no sólo se adaptaba a tales premisas si no que fueron utilizadas para culminar en el mayor de los escándalos habidos en nuestra época en el seno de la Iglesia. Es verdad que todo saltó a la luz como un caso múltiple de pederastía, pero es momento este para, mirando al presente, y sin obviar las gravísimas consecuencias de tales abusos, recordar que toda congregación o prelatura, tal el caso aquí ya desarrollado del Opus Dei, merece la reprobación, primero de los fieles y luego de la jerarquía, si sus prácticas se corresponden a las razones aludidas. La Iglesia puede perdonar, previa exigencia de la debida responsabilidad y reparación, al pecador pero nunca permitir la institucionalización sectaria, que no sólo se limita al crudo plano de la, llamada por el Papa Francisco, “antropofagia” sexual.
Dicho ello, les incorporo, previa presentación radial, el audio de la película mexicana de 2014 “Obediencia perfecta” que se centra en el enfermo comportamiento de Maciel, aunque con nombre ficticio. Por supuesto, les recomiendo, en la medida que les sea posible, que la vean.