El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos; sin embargo, Dios nos provee de todo lo necesario para perseverar en su Camino, y disfrutar de una vida plena y abundante.

Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Por eso, todo tiene cumplimiento.

Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.

Cuando escuchamos la pureza de la Palabra de Dios, se despierta en nosotros el deseo de obedecerle; eliminando de nuestra vida la obstinación.

Dios no habita en templos hechos por manos de hombres; Dios habita en templos hechos por su mano. Así mismo nosotros podemos tomar la decisión de habitar al abrigo, y morar bajo la sombra de nuestro Señor.

Nosotros tenemos que alimentarnos en espíritu, alma y cuerpo, con el alimento que Dios proveyó; con el Maná Celestial, con el Pan Vivo que descendió del cielo, que es Jesús el Señor.

Dios tiene el control para poner o determinar que la desgracia, la bendición o la protección, llegue a nuestra vida, sin embargo, de nosotros depende que así sea.

No podemos escondernos de Dios, por eso su Palabra nos exhorta continuamente a dejar de hacer lo malo y a enderezar nuestros caminos.