El Año Nuevo se celebra. Se comete un asesinato. A los tres años de la tragedia, los jóvenes se gradúan y un viaje en tren tiene lugar bajo las terribles inclemencias del tiempo. Los pasajeros atisban en las vías el primer asesinato. Alguien ha sido atravesado con un sable mientras un individuo portando una máscara se pasea por los pasillos de los vagones espiando a los pasajeros. Se celebra una fiesta de disfraces y nadie repara en los crímenes. La sangre salpica el interior de los servicios pero las pruebas se diluyen entre los sólidos cimientos de la realidad.

El profesor Saxton tras una expedición a Manchuria localiza un fósil de dos millones de años, transportando a la criatura en el Transiberiano. Durante el viaje el monstruo se escapa y las expectativas de sobrevivir son casi nulas. La bestia, que se oculta tras los cuerpos humanos, va acaparando conocimientos científicos de un mundo que no entiende pero desea conquistar. El cerco se va estrechando y la naturaleza amenazante del pasajero obliga a tomar decisiones drásticas que ponen en peligro al ser humano como especie.

Bajo un proceso de genialidad absoluta, el gran director Tod Browning dibuja un universo de perversión y horror en el que los seres deformes de un circo intercalan el amor y el odio como principales instintos de un universo en colisión. La sequedad visual en paralelo a la acción dramática colocan este ejemplo cinematográfico de terror puro en las más altas esferas del género. El espectador así, enmudece ante sensaciones encontradas como el amor y la venganza, observados por los ojos de un cineasta irrepetible que, al amparo de la sombra hiriente, dejó un legado propio del sendero tenebroso y de los habitantes que transitan por él.

En un mundo en el que ya no hay esperanza, en el que la guerra cruza océanos de sangre manchando la tierra, en el que la especie humana se ha convertido en una amenaza para el cosmos, los niños han tomado el timón de la naturaleza, gobernando un navío mortal en el que el silencio y la violencia son testigos de lo irrefrenable, de lo ineludible. La isla de Almanzora es el corazón de los hechos, presentando las calles vacías que en el silencio anómalo recuerdan el peligro que yace tras los rincones a plena luz del día. Una pareja y algunos habitantes tiemblan de horror ante lo desconocido.

El profesor Jarrod es escultor, admira la belleza pero sus manos ya no pueden crearla. Bastó un horrible incendio para desfigurar a un artista sin precedentes, que exhibía sus figuras con gran realismo a principios de siglo en Nueva York. La locura sume a Jarrod en una lenta venganza contra aquellos que pusieron en peligro su obra. Ahora renace de las sombras el artista, dando vida a un nuevo local, repleto de asesinos en serie y torturas capaces de hacer palidecer a los visitantes. Un rostro en particular se le antoja: el de María Antonieta, que contempla ya en una joven mujer.

Tan sólo tras un sorprendente ensayo, James Xavier posee el don de ver más allá de los límites de la naturaleza. Su ansia de saberes traspasa barreras infranqueables prohibidas hasta hoy por la limitación de la especie. La medicina investiga el prodigio que le permite observar venas, órganos y cómo fluye la sangre. Ante los posibles descubrimientos que se abren ante él, prosigue su singladura sin detenerse ante el crimen, mas un inesperado escollo se cierne sobre su existencia: sus ojos se convierten en pétrea losa y ha de extraérselos para purgar su culpa.

Guy Carrell no soporta la idea del enterramiento prematuro que podría convertir su existencia en un interminable grito de dolor. La angustia entonces invadiría su cuerpo, sufriendo una terrible experiencia en la que el organismo quedaría reducido a la putrefacción, siendo consciente del horror que ello supondría. Nadie escucharía sus alaridos y la mueca de espanto se dibujaría en su rostro. Un plan macabro de supervivencia corroe su mente.

Ligeia regresó de la tumba. Reina indiscutible de la noche, de las estancias vacías, del paisaje agreste. Los poderes tenebrosos se manifestaron entonces. Creció en intensidad su presencia. La voluntad de Ligeia era tan fuerte como la fragilidad de su cuerpo, exteriormente elegante. Se enfrentó a la muerte con pasión exenta de palabras. Se dirigía a las piedras de la abadía. La genialidad del más grande poeta, Edgar Allan Poe, concibió el espanto y el director Roger Corman puso imágenes a esa pesadilla, tan inalcanzable como hermosa.

La carne abrasada por el fuego del tormento anida en el espíritu de Nicholas Medina. Francis Barnard viaja desde Inglaterra para visitar la tumba de su hermana, muerta en extrañas circunstancias. El acantilado refleja la estructura del viejo castillo, fortaleza de horrores vividos. Las vidas de Medina y Barnard se ven mezcladas por un turbio pasado en el que la depravada sangre familiar abre una brecha en el tiempo, recordando la tortura que manchó antaño el linaje de los Medina.

El príncipe Próspero cabalga raudo atropellando a los campesinos. Sus palabras atraviesan el corazón de los aldeanos. La muerte roja se apodera del poblado y el odioso príncipe ordena quemar las casas sin dilación. La ciudad de Catania está en peligro. La tierra se lleva a los muertos y la esperanza se esconde en un oscuro rincón. El conocimiento del terror está reservado a unos pocos elegidos que sobreviven al paso implacable de un mundo cruel.