1) Confabulación: Es la situación de aquellos que son atacados por la envidia. Hay personas que les molesta que a otros les vaya bien, y buscan la manera de liquidar al hermano a través del chismerio, o incluso la difamación. Muchos cristianos debemos pedir perdón porque, cuando vemos a un hermano que sobresale, le hacemos daño. Usamos el famoso síndrome del césped: “al que sobresale un poco, se lo corta”. No tan solo veas las cosas que te han hecho a vos, sino también mira las veces que estuviste con la podadora en la mano para sacar y liquidar a tu hermano. Pregúntate: ¿habitó alguna vez la envidia en mi corazón?
2) Se alejó de allí: La sabiduría de Jesús nos muestra algo distinto: “tomar distancia de aquellos que te dañan o buscan dañarte”. Es por allí, por donde pasa la prudencia. No hay que ser tonto, y andar poniendo el pecho para que te apunten con los tiros de la lengua. Las balas de la lengua son tremendas. Ni tampoco tenés que buscar hacer cosas para que luego hablen mal de ti. Una prudencia importante es “tomar distancia” de aquello que te daña, y seguir haciendo el bien al que lo necesite.
3) No decir: Jesús hace grandes y hermosas cosas, que ayudan a la gente, pero no anda con reflector en mano mostrando lo que hace. Más bien hace un servicio callado y desinteresado. ¿En cuántos habita la tentación de hacer cosas lindas y evangélicas, de Jesús, por la Iglesia y para la Iglesia, pero solo para aparecer, mostrarse, o adquirir a través de ello un reconocimiento? Sincérate. Mírate ante Jesús. Otra vez Jesús nos enseña que hay que hacer y desaparecer. Nuestra vida no es un reality como Gran hermano, o algo así. Nuestra vida es lindísima y cuando ayudamos desinteresadamente más hermosa se hace. Porque lo único que nos debe importar es llegar al cielo y ser felices, lo demás, todo pasa. Así que, a arremangarse, llenarse de fuerza y a meterle. Algo bueno está por venir.
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